divendres, 13 de setembre del 2013


Más DADA que un repudiado por rendición,
de algún paciente no peligroso
salido de algún psiquiátrico con overbooking.
Entumecimiento de dedos y escribiendo con teclado.
Sobra la luz, tantas veces,
cosas que esconder como el michelín tan sexy al tacto
                                                                                     medio dormiditos.

Sobra la luz para examinar
los habitantes de mi casa soñada enorme y con piscina
cuando sea rico,
la casa llena de amigos
y buena gente como
alquimistas desorientados, juglares devueltos, trovadores que se esfuerzan,
tíos buenos que osan robarme los mejores polvos sin ser culpados.

Bienvenida la gente que se pierde en la enorme habitación de
                                                    la psychedelia y la sabiduría;
controlada por hologramas realísimos de mi haciendo
de Jim Morrison, del mismo Jim en directo, de cualquier estrella querida que nos de fiesta
y locura;
para terminar buscando versos los días solos y tristes que te impones
para no desvariar con tanta felicidad. Juerga. Desbandada de hormonas adultas.
Más para mi de lo que puedo aguantar,
recargo baterías recorriendo la realidad.

Me acerco lo que puedo a ser DADA.
¡Tantas veces soy dadá!
Es mi forma de ser
y de escribir
y de comer
y algunas veces
                         de copular.

Dada es más allá de la inspiración,
es dar el lametazo adecuado en el momento adecuado
mientras se magrea bien y puede ser todo lo contrario.
De donde sea sale dada por algún lado,
incluso en algunas cuestiones matemáticas.
Soy pulso de vida, de Gaia y obedezco
                                                             ciegamente a DADA supremo;
sin absurdo concebido
después de unos whiskys sin soda.

De altar en altar y recíprocamente, sin más
ni huyendo despavoridamente se puede alcanzar;
las cartas están ya repartidas siguiendo algún método
                                                                                   DADÁ.