dimecres, 14 de setembre del 2011

Fred el Fiel

Fred el Fiel fue una persona como tantas otras. Tenia sueños estrambóticos y aspiraciones habituales, que no era un rarito, vamos. Su paso por la vida no destacaba demasiado por sus actos. Poseía un título de ingeniero y trabaja de ello. Había merodeado por algun tugurio, verbenas y discotecas cuando era joven. Podía enorgullecerce de un bonito número de conquistas sexuales y de haber conseguido a su AMOR. Sí, su familia la había construido con la mujer de la que se enamoró. Lo suyo con ella era devoción. La llevaba en bandeja y, todo hay de decirlo, la nena lo merecía. Britta era un fiesta contínua, una persona de esas felices (a las que habría que estudiar su sistema hormonal para aprender a hacer antidepresivos...) que contagian y cuando aman son sinceras y te atrapan para siempre. Esto mismo disfrutaba Fred, se sentia realizado. Vivian en una empalagosa nube de chucheria. Eran un poco la envidia de los que los conocian, aunque sobre todo Britta. Ella despertaba instintos básicos en cualquier persona. Era tan genial que ni las mujeres sentian celos de ella, todo lo contrario, la mayoria tenian curiosidad por probar al nene que la había conquistado y con el que lucía feliz.

Ocho meses después del inicio de los asesinatos, por fin, la policía se decidia, ya con pruebas suficientes, a detener al principal sospechoso. Una vez en comisaria, interpelado sobre el motivo que le había llevado a cometer cinco asesinatos en siete meses, Fred respondió:
¿Cómo no hacerlo agente? Usted conoce a Britta, no me hubiera perdonado una infedelidad. Ya sabe como somos los hombres, caemos fácil. No sabemos mantener la puerta cerrada de la jaula y si lo conseguimos nos atormenta la idea de cepillarnos a esa mujer. Es el trauma de la invitación. Esas mujeres se me insinuaron, una tras otra. No soportaba verlas por la calle sabiendo que podía estar montándolas en ese momento. Pero no queria renunciar a mi felicidad con Britta y no encontré otra opción que privarlas de funcionabilidad...

Fred termina sus dias muy drogado en un manicomio penitenciario donde es visitado por Britta una vez al mes y con eso va haciendo. Ella por su parte quedó estupefacta un tiempo por los actos cometidos por su marido, pero luego se dio cuenta del halago y del poder del que disponia.
Pasa sus dias engordando en una bonita mansión con trece esposos que se desviven por hacerla sonreir.